LA FLOR DE LA CHUKIRAWA O LA CAPACIDAD DE VENCER AL DOLOR Y A LA MUERTE
LA FLOR DE LA CHUKIRAWA O LA CAPACIDAD DE VENCER AL DOLOR Y A LA MUERTE
Ernesto Ráez
Perú
Ernesto Ráez
Perú
Comentario puntual merece la actuación de Verónica Falconí que demuestra hasta donde puede llegar una actriz que rigurosamente sondea en el fondo de sí misma y en su pasado ancestral para encontrar formas de ser que en el escenario se concretan plásticamente cargadas de sinceridad. Las palabras dichas en entonación no cotidiana, con una voz enérgica y envolvente. El manejo de los elementos de utilería que se unifican con su sentir en una manipulación casi mágica, los aspectos agógicos y dinámicos de la danza reclamados a la memoria corporal, el control permanente que, sin embargo, puede imponerse sin forzamientos, hacen del arte de esta extraordinaria actriz ecuatoriana un canto de amor a su tierra natal y nos hace sentir a Ecuador como un gran pueblo. La propiedad con que la secundan Sara Zambrano y Nelson Morillo ofrece una lectura generacional de continuidad artística garantizada.
Que la propuesta, a pesar de su raigambre local tiene dimensiones universales lo demostró la confesión de Jimmy Noriega, crítico de la Cornell University, al que lo conmovió la situación central porque la asoció con la situación de los jóvenes norteamericanos que van a la guerra. Pero estas son lecturas adicionales de las muchas que podrían hacerse del trabajo artístico de Contraelviento. Casi veinte años desafiando las formas establecidas, escuchando los ecos de su pueblo resonando en su alma de artistas, comenzamos a percibir lo que posiblemente al principio les debió parecer una propuesta difícil de alcanzar, pero no imposible: desechar el mínimo asomo de histrionismo para que aflorase la actuación esencial que sólo los grandes del teatro alcanzan y que permiten a este breve comentario ser la prolongación del aplauso gratificante y agradecido del público.
Lima, mayo 2009
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